Hoy fui con mi hijo Gaston, y un amigo al arroyo Pacú. La pasamos muy bien. Pescamos poco pero la verdad que el lugar es muy lindo. Salimos de 33 Orientales y cruzamos el Lujan, cuando estábamos pasando por el canal, me di vuelta con el Eco. Es la primera vez que vuelco con el kay. Tenía previsto hacerlo a propósito para practicar el reingreso y probar el chaleco. Pero se dio todo en forma inesperada. Mi hijo con su amigo iban en el K2 y me llevaban 50 metros de ventaja, venía un barco al que ellos se anticiparon y pasaron antes, yo esperé que pasara y me mandé. Hasta allí todo bien, pero apareció una ola de costado y me tiró. Por supuesto quedé con la soga del remo entre medio de mis piernas. Me calmé, me saqué la soga de encima, tiré de la soga de vida y di vuelta el kay, luego de mi primer intento fallido me pude subir. Vi que no había perdido nada, tomé el remo y seguimos. La experiencia me sirvió de mucho. Luego de pasar una hermosa tarde de pesca, emprendimos el regreso. El viento había subido mucho, se veían los Kites a lo lejos, eso quería decir que se habían superado los 15 nudos. Con la experiencia de la ida, me preparé para volcar alguna vez más en el viaje de vuelta. Estaba picado el río, pero relajado le fui encarando a las olas de costado, haciendo fuerza con la pala opuesta, y así cruzamos el Lujan sin problemas.
Perdón por lo largo del relato, pero hoy aprendí a subirme al kay después de volcar, y para todo kayakista es una sensación rara mezcla de temor y alegría por haber pasado la prueba.
Saludos, Ricardo.