Mil últimos días en Sta Clara, mar totalmente roto, sudestada de aquellas, rompía por todos lados, había salido tipo 9 de la mañana para hacer las compras con la bruja, y en el primer espigón del muelle del lado del morro, veo un kayak arrastrado por las rompientes hacia la orilla, miro mas atentamente y veo a su tripulante , con una mano agarrado al sot y con la otra sostenía como podía la caña de pescar, hasta que pudo hacer pié y salir airoso de una situación bastante comprometida, luego de varios minutos de comerse las rompientes que no eran pocas y exponerse a golpearse o contra las piedras o contra el kayak-La deducción: se compró el sot, la caña de pescar y entendió que era suficiente para salir a un mar que era un hervidero de espuma y olas que lo hacían innavegable, con cero instinto de conservación- lo único positivo, era que tenía el chaleco salvavidas puesto- el resto: el monumento a la inconsciencia total, pero es lo que tenemos todas las temporadas.-En este caso por la hora y por el clima, todavía no se había instalado el bañero, y la cosa no pasó a mayores, porque tuvo un Dios aparte-