En un posteo de una red social, me he encontrado con un comentario emitido por el eximio kayakista rosarino "Pepe Suarez" y me parecio digno de copiarlo y traerlo al foro.
Leanlo y saquen sus conclusiones,
eduardo
Fomentar la seguridad o aplicar el razonamiento del inspector?
Amigos:
Lamentablemente, este sábado pasado ocurrió una desgracia frente a la costa de Rosario. Dos hermanos desaparecieron y solo un tercero logro ser rescatado al naufragar la piragua en que se desplazaban. Los detalles y circunstancias no me son conocidos más que por las noticias de los diarios, que generalmente no son fieles a la realidad. Leí que remaban cerca de la costa de la ciudad, los tres hermanos en una piragua, sin salvavidas, aparentemente no sabían nadar, parece ser que la embarcación estaba defectuosa y se partió al medio hundiéndose rápidamente.
También se compartieron en Facebook fotos de un kayak a punto de hundirse socorrido por una lancha que ocasionalmente pasó cerca. El palista no contaba con salvavidas.
Este domingo también se dio una combinación peligrosa: un día no laborable de verano que empieza espléndido, pero que a última hora desmejora con un frente de tormenta que golpea duro desde el sector Sur. La tormenta llega fuerte, aunque visible desde mucho tiempo antes y seguramente anunciada por los diferentes sitios de pronósticos meteorológicos, y las peores rachas son las primeras. Es aquí donde muchos se apuran a regresar sin calcular que ya están demasiado atrasados como para escaparse y la tormenta los sorprende... ¿los sorprende?... en el peor lugar: en el medio del canal principal del río Paraná. Una manada de kayaks dados vueltas y kayakistas duchos, varios lancheros solidarios y la embarcación de PNA meta y meta hacer rescates.
Todo lo que les comento genera diferentes reacciones en la gente y se ponen en marcha varias cadenas de comentarios que, casi en su totalidad con la mejor de las intenciones, proponen diferentes soluciones para que estos hechos no se repitan. Es sobre estos comentarios, sobre estas opiniones, sobre estas propuestas que quiero compartir tres asuntos que veo desde mi punto de vista. No pretendo juzgar las propuestas ni dar una solución. Solo alertar sobre posibles rumbos que puede tomar todo esto si estos hechos se siguen sucediendo y la gente se sigue indignando.
Seguridad: cualidad de estar libre y exento de todo peligro, daño o riesgo. “¡Todos queremos seguridad!”. “¡La seguridad ante todo!”. “La seguridad no se negocia!”. Bueno, pero... ¿Qué es “la seguridad”?. Porque cuando está la seguridad en medio de algo se termina toda negociación. Los kayaks en el techo del auto están prohibidos por una cuestión de seguridad vial, ¡y se acabó!. De donde salió eso de que en todos los casos un kayak en el techo es peligroso no lo sabemos, pero lo que si sabemos es que no se discute porque discutirlo es estar en contra de “La Seguridad” vial. O sea que el primer asunto que veo es que en estos temas hay que tener cuidado hacia y hasta donde se va, porque después el regreso es prácticamente imposible.
Lo que para alguno puede resultarle seguro, a otro puede resultarle insuficiente. Esto depende en gran medida del conocimiento que se posea sobre kayakismo y el tipo de kayakismo que uno conoce. También está quien opina desde afuera de la actividad, solo analizando por lo que le parece que es. Estos suelen ser lo peores comentarios porque generalmente están inspirados en miedos personales como por ejemplo el que genera una masa de agua en movimiento como la del canal principal del Paraná en una persona urbana y sedentaria: -¡No deberían dejarlos meterse en el río en esos botecitos!. -¡El río no perdona!. - ¡Si te agarra un remanso te chupa con bote y todo!. Son algunas de las cosas que se escuchan desde la costa. O sea, que el segundo asunto que veo es que es difícil ponerse de acuerdo en cuales son los puntos principales que hacen a la seguridad de un kayakista.
El tercer asunto, que es el que realmente me preocupa, personalmente lo llamo “El Razonamiento del Inspector”. Esta idea nace de mi experiencia de trabajar en obras. Básicamente la cosa sería así:
Hay que realizar determinada tarea y el que paga el trabajo nombra a Juan Perez como inspector. Juan aprueba con su firma los trabajos realizados, es responsable si algo sale mal, pero él no es quien compra los materiales ni hace el trabajo. Juan cobra un muy buen sueldo y está muy contento con su trabajo, o sea que no tiene el más mínimo interés en perderlo. Lo que está minuciosamente detallado en el plano de la obra se realiza exactamente así, y eso está muy bien. Pero siempre hay cosas que no estaban convenientemente detalladas. De repente hay un soporte que solo figura como “ménsula metálica”. Allí entra en juego el razonamiento que hace Juan. Si la ménsula la hacen con perfiles de 5 cmts estaría dentro de lo aceptable, así que mejor les pido de 10 cmts… ¡No!, mejor que sean de 15... ... ... pido de 20 y listo. El que tiene que realizar el trabajo, y principalmente pagarlo, tiene que comerse sus opiniones porque si Juan se pone malo puede complicar tanto las cosas que el trabajo de la obra entera termine dando pérdidas. El razonamiento de Juan no deja de ser lógico. Tiene mucho que perder y nada que ganar. El no paga ni hace lo que controla.
Muchos le reclaman a PNA su responsabilidad en controlar que los accidentes no pasen. Mi miedo es que las autoridades se sientan presionadas y tomen acciones. En el Alto Paraná no te dejan hacer travesías si no te acompaña una lancha con un médico a bordo. Si los palistas se acercan a la decena ya te piden dos lanchas con dos médicos. En todo el lago que forma Yaciretá directamente está prohibido remar en kayaks. PNA no quiere correr riesgos.
El miedo, dentro de ciertos límites, es sano y normal. Pero cuando supera esos límites se vuelve en una fuerza destructora. En una máquina de impedir. Con nuestros hijos nos pasa algo de eso. Por miedo a perderlos les prohibimos que realicen muchas actividades que a ellos les parecen excitantes, les parecen cosas por las que vale la pena estar vivos. Gracias al amor verdadero que sentimos por ellos, nos limitamos en nuestros controles y los dejamos volar... ¿Nos amarán de esa manera las autoridades como para dejarnos seguir disfrutando del kayakismo?.
Un abrazo desde Rosario.
Pepe Suárez.