Y llegó el día! Finalmente, después de tantas expectativas, preparativos, leer cuanta travesía hay en la web, escuchar los sabios consejos (y arengas!) de Ale (ALEJO99) animándonos a largarnos a la aventura.
El recorrido propuesto era el marcado en el mapa:

que Dany llevaba impreso para consultar cuando fuera necesario.
Daniel y yo (SnowDog) dejamos los kayak completamente estibados bajo un árbol al costado de la rampa y esperamos que llegaran Javier y Diego (que no conocíamos). A eso de las 10:15 me llama Javier, ya habían llegado y estaban del otro lado bajando los kayak.
Desde la rampa del Hispano a las 10:30 botamos los kayaks al agua. El Luján estaba tranquilo y bajísimo, 50 a 60 cm desde las
tablas. Primero me mandaron a mi y enfilé derecho para el Gambado. Me quedé esperando un rato en la lagunita debajo de las plantas, a esa hora ya el calor apretaba bajo el sol. Mientras esperaba a los chicos me puse a charlar con una persona de un kayak triple azul, un "cienpiés" como los bautizara luego Javier.
Nos mandamos sin novedad por el Gambado y al toque cruzamos el Sarmiento, estaba muy tranquilo. Cuando llegamos al Rompani había cola de kayak tipo peaje de la ruta 2 jaja, la cosa que estaba re-bajo, me acordaba una vez que vi gente bajarse del kayak y arrastrarlo hasta tener calado. En eso aparece el guía de los cienpiés e indica que pasando bien cerca de la draga había suficiente agua para pasar. Ahí nos enteramos que habían dragado todo el arroyo y había calado de sobra para todas las embarcaciones. Mientras ibamos yendo hacia el Abra nos divertíamos viendo como el "cienpiés" rezagado iba zigzagueando de margen a margen remando cada cual por su lado como velero con viento de proa jaja.
Entramos al Abra Vieja, todo tranquilo, todavía no me dolía nada ni se me dormía la pierna izquierda. La cosa fue que hice un apoyapiés nuevo más grande, con mayor superficie de apoyo, fijado en el larguero inferior. Por si acaso, tenía la carpa en lugar que quedaba entre el apoyapies y el mamparo y sería luego el alivio que necesitaba cuando se me cansaban las piernas de estar en posición fija tanto tiempo.
Entramos al Sarmiento sin novedad, no había casi tránsito y pasamos sin novedad; entramos al San Antonio y ahí hicimos la primer parada en una playita para liberar la hidratación, comer una barrita, tomar agua y consultar el mapa.
Javier, Diego y Marcelo.

Javier, Marcelo y Daniel.

Seguimos por el San Antonio, viendo como lanchas pasaban al palo arrastrando esquís, wakeboards y tubbing. Cruzamos a la otra margen cuando se hizo una ventana y entramos al Dorado, donde después de un rato remando a lo pavote río arriba y viento en contra paramos a descansar en una playita de barro pegajoso. Debajo del muelle, a la sombra, comimos un sandwich, una banana y repusimos líquidos. Continuamos viaje remontando el río, con fuerte bajante en contra y dejamos a la derecha el Arroyón para seguir por el Sábalos.
Javier (izq) y Diego (der)

Yo (SnowDog)

Ahí seguimos y seguimos meta pala por el 9 de Julio. El paisaje cambia tornándose más agreste, sin casas, solo paz y tranquilidad, combinando el sonido de las palas cortando el agua con el canto de los pájaros. Cada tanto, una lancha nos devolvía por un momento a la ruidosa civilización mientras durara su estela.
El río muy bajo encajonaba la corriente y la aceleraba el caudal, nos matábamos remando y teníamos que descansar más seguido.

Javier

Diego

El río serpenteaba entre la frondosa vegetación, la ansiedad de llegar al Paraná nos mantenía en vilo esperando que apareciera majestuoso detrás de la próxima curva. Ya exhaustos por el calor y el esfuerzo, al fin, llegamos.


De la tranquilidad al caos! El Honda nos recibió con corriente a favor y oleaje terrible!! Lanchas a mil, motos y jet ski a lo loco, tremendos yates levantando oleaje brutal, mi kayak de escasa manga parecía que en cualquier momento se daba vuelta. La piloté como si supiera navegar jaja, pero para ser justo, el kayak se comportó increíble con su estabilidad secundaria tremenda adrizándose solito. Hasta ese momento no había entrado una sola gota dentro del cockpit, pero las terribles olas que barrían la cubierta rebotaban y salpicaban hasta que un yate levantó un tsunami que me refrescó un poco y metió un par de cm de agua adentro (no tenía cubre, no llegué a hacerlo).
Un interminable kilometro y hacemos una nueva parada para descansar, me subo a un árbol de la orilla y aprovecho a hacer un pis, me estiro un poco porque ya la cintura me tenía loco de dolor.
Encaramos el último tramo y cruzamos por fin hacia Fondeadero, donde tuvimos que esquivar las motos que se nos venían encima, aceleraban y levantaban oleaje como si no estuviéramos, unos imbéciles realmente.
Ya sin fuerzas, a las 18:30 desembarcamos en la playita, nos arrodillamos besando tierra, clavamos los remos y reclamamos el territorio! (dum durum dum dururum suena de fondo Vangelis, 1492 Conquer of Paradise) ;-)
Subimos hasta el pasto cada uno de los kayak entre los cuatro, no nos daban más los brazos!

Luego descansamos un rato tomando una bebida fresca sentados a la orilla del Honda mientras disfrutábamos de la paz y tranquilidad de las aceleradas de las motos y jet ski (ironc mode: off) que daban vueltas a no se qué ahí nomás de la orilla como polillas alrededor de una lamparita.
Una vez repuestos empezamos a vaciar los kayak y llevar las cosas hacia el lugar elegido para armar las carpas, porque ya se nos iba la luz.

Acomodamos las cosas y nos fuimos a dar un baño. El camping es muy básico, hay sólo dos baños y las duchas están en el mismo recinto que los sanitarios. A esperar entonces el turno.
Ya refrescados y un poco más descansados fuimos "a por" los tan mentados ñoquis con estofado. Y la verdad, no nos defraudaron, estaban riquísimos y abundantes!
Charla de sobremesa por un buen rato y la seguimos en el muelle con una noche estrellada espectacular.
Un rato más tarde estabamos durmiendo en las bolsas....
(Continúa)